Buen síntoma

Es una verdad más que comprobada que la enfermedad de una sociedad se manifiesta siempre en su lenguaje. También, que su salud se mide por la atención que preste a la lengua en general y al funciona miento que ella manifieste como reflejo de realidades y modos de divulgación de los intereses y las preocupaciones de los individuos. Las épocas duras en la vida de los pueblos y el tiempo funesto que padecen en la consolidación de su madurez social y cultural siempre una lucha por alcanzar la libertad o por preservarla quedan retratadas por la lengua y por ello su estudio reporta no poca importancia para conocer los intereses constructores o las razones demoledoras que los hicieron triunfar o fenecer. Aunque la lengua, lo sabemos, no es sólo un asunto de corrección gramatical, buena escritura o pulcra prosodia, es en estos aspectos, junto a la capacidad de construcción discursiva, donde se pueden observar con justicia los altos y bajos en la biografía ciudadana de cultura de una sociedad cualquiera. Las que se creen puras formalidades devienen en reportes conceptuales de poderosa hermenéutica. El ejercicio literario acompaña con fertilidad elocuente la temperatura ascendente o no de los pueblos, los hombres y los tiempos. La medición de cuánto pueda suponer en la carrera por la perpetuidad está actuando como elemento de impostergable evaluación. El tópico no es numérico sino significativo. La gesta de los pueblos está evidenciada en muy pocos libros. Las naciones quedan inscritas en saldos literarios eximios. La producción nada tiene que ver con la acción que la estética ejerza en el panorama de los afectos humanos hacia el bien y la paz. La energía siempre está volcada en la denuncia...

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