Burocracia vs Marca-país

Existen factores, di-fíciles de precisar, que logran hacer que entes físicos restaurantes, países, cosas queden en nuestra memoria, no por sus características sino porque hemos establecido una relación de afecto con ellos. Es la no tan fina línea que separa lo tangible de lo intangible. Ya pasó el tiempo de los objetos. La marca de cereales nos vende la promesa del amanecer en lugar de loar el contenido o el sabor; la de computadoras nos vende la promesa de pertenecer a la logia de quienes no se dejan llevar por un carril como corderos, en lugar de velocidad de procesamiento; y la de zapatos nos coloca en el umbral de quienes se atreven a probarse y probar, en lugar de hablar de las ventajas de una suela. El mercadeo desde valores es poderoso porque logra lazos afectivos y siempre se perdonan más fácilmente los errores y es más difícil ponerle los cuernos a quien se aprecia. Lo mismo sucede cuando vamos a otros países. Podemos visitarlos y pasar momentos memorables, contarles a los amigos las mil y una cosas que visitamos, pero en corto tiempo se nos desdibujan hasta convertirse en un recuerdo borroso. En cambio hay otros lugares, mucho más modestos incluso, que nos atrapan y volvemos a su recuerdo para relamernos. No es causal entonces que toda la promoción moderna de las naciones busque el recuerdo desde valores culturales y características colectivas que generalicen valores positivos. Es bastante común escuchar a personas decir que un país les gusta por su cultura de servicio o por su cultura gastronómica. El poder de esos comentarios es tremendo y tiene implicaciones que van mucho más allá del orgullo patrio. Se traduce en divisas que entran desde aristas obvias como el turismo, hasta aristas insospechadas como gente que compra un producto de ese lugar sólo porque le tiene cariño a esa marca-país. Al final es cuestión de saber esconder los recuerdos apropiados en la maleta que abrirá, al regresar a casa, quien nos visita. Lo que guardamos en la maleta, eso que llaman souvenir, ha variado muchísimo en los últimos años. Cada vez es más común que el viejo lugar preferente de artesanías, ropa, perfumes y licores, esté siendo cedido para que quepan productos gastronómicos envasados. Podría afirmarse que la nueva moda es comprar frascos que representen la cultura gastronómica del país visita do. La sección de comida envasada, congelada o al vacío en los aeropuertos ha...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR