Se busca una oposición diferente

Hace pocos días, en su habitual columna semanal, Moisés Naím examinaba al gunas situaciones que últimamente han asombrado a medio mundo, la súbita irrupción de Podemos en el escenario político español, por ejemplo, la rebelión de los músicos de la Orquesta Sinfónica de Berlín a la hora de seleccionar a su nuevo director o el corrosivo escándalo de la FIFA. Concluía su análisis Naím con una afi rmación rotunda. Lo más sorprendente no son estas ocurrencias, sino la frecuencia con la cual los líderes tradicionales, de la política, la economía o los deportes y las artes creen que pueden seguir comportándose como siempre lo han hecho. Por esta empecinada resis tencia al cambio hemos llegado a este punto de infl exión de nuestra historia. No percibieron nuestros presuntos dirigentes el sentido oculto del Viernes Negro, pasaron por alto las razones del llamado Caracazo y las verdaderas intenciones de la frustrada aventura golpista de un desconocido teniente coronel paracaidista aquel lamentable 4 de febrero.Tampoco se escandalizaron con el sacrificio de Copei por parte de Rafael Caldera, solo para volver a ser presidente, ni con la defenestración de Carlos Andrés Pérez, traicionado por su propio partido. Sucesos que ponían de manifi esto el agotamiento de una época y de una clase política.El comportamiento inaudi to de Acción Democrática y de lo que quedaba de Copei para afrontar las elecciones generales de 1998 demuestra de manera muy palpable hasta qué extremo de obcecación llegaba la dirigencia política venezolana con tal de no admitir que vivían en pleno fi n de una época.Ninguno entendió que la única opción para no ser barridos por los vientos de cambio era ajustar sus pasos a lo que aún estaba por venir.En verdad se trataba de una misión imposible, ya no estaban en condiciones de aprender, y eso causó la victoria electoral de Hugo Chávez. Comenzaba así un nuevo régimen, fenómeno que las élites tradicionales todavía refutan, pero por hacerlo cayeron y siguen cayendo, mansamente, en la eterna trampa chavista. No vieron que la nueva Constitución solo...

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