Buscando a Dory: jocosidad perdida en la profundidad

Trece años después el comportamiento de Dory se divide entre la nos talgia y la jocosidad que la caracterizó en Buscando a Nemo , la película de Pixar que la hizo famosa en 2003.Esta vez su cotidianidad de olvido y asombro se interrumpe cuando recuerda que tiene familia, que fue una pequeña pez muy bien cuidada por sus padres hasta que por extrañas razones se alejó de ellos. Entonces, muy segura de la compañía que brindó en la anterior película, le pide a Marlin y a su hijo Nemo que no la dejen sola en el viaje que emprenderá hacia el lugar en el que presume aún se en cuentran sus padres.En Buscando a Dory , que se estrena hoy en Venezuela, se repite un derrotero de criaturas solidarias y entuertos bien librados como en la primera, pero sin el humor de entonces. Esta vez la empresa se lleva a cabo en un tono más ref lexivo y casi de autoayuda. La pez cirujano azul va recordando paulatinamente detalles de su infancia y la culpa que sentía por tener problemas con la memoria a corto plazo. Al llegar al otro extremo del océano es capturada por empleados de un insti tuto de conservación mari na que no solo recupera a animales enfer mos, sino que tam bién los exhibe al público o los confina a lugares re motos, un detalle que llega a la pantalla en medio del debate sobre los zoológicos por los accidentes ocurridos recientemente en Cincinnati y Santiago de Chile.No hay villanos más allá de la mera actitud humana por controlar todas las especies, sin intenciones realmente malévolas. El filme de Andrew Stanton -director también de la anteriory Angus MacLane entretiene, pero no sorprende. Las personalidades de los dos...

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