Y se me calla

Aese le pegaron cuando era chiquito, seguro. Le dejaban las marcas de la correa o la hebilla en las piernitas y si lloraba, le daban más. Seguramente le censuraban cualquier muestra de afecto en público eso lo va a convertir en marico y en la casa solo se escuchaba una única voz: la del poder, la de la fuerza, la de la represión, porque en esta casa mando yo y si no te gusta, te vas. Pero ¿como para dónde? Para un cuartel, ¿adónde más? Allí al menos tenía las tres papas resueltas. Y aunque, como en la casa, se debía calar a los superiores y sus ofensas, las humillaciones constantes y los castigos de fin de semana, seguramente imagino que con semejante opción podría construir un camino distinto del que le ofrecía el pueblito donde vivía, sacar una carrera, tener una pensión y, sobre todo, disfrazar su infelicidad con un uniforme bien bonito.Cada vez que veo a un padre o a una madre maltratando a un chamo, me enfurezco. Ese va a llegar a dictador o a narcotraficante, me digo, porque, casualmente, es la historia de todos los grandes dictadores y, por supuesto, la de los pichones de dictador, los pequeñitos, los dictadorzuelos que siembran terror en su casa y en su barrio y en su país. Los jefes de bandas armadas, los barones de las drogas, los pillos con corbata, casi todos han padecido una vida miserable cuando pequeños. Ignorados, sin voz ni voto en ese ensayo de democracia que debe ser un hogar: amargados, vengativos, apenas prueban el sabor de la maldad sin castigo, salen del clóset y se dedican, abiertamente, a perjudicar a quienes se les atraviesen en el camino por su afán de cobrarse, una a una, todas las que les hicieron en la infancia y que alguien debe pagar.Tremenda generalización, es verdad. Cualquier militar o diputado decente puede contradecirme. Hay muchos niños educados en la pobreza, por una madre sola, sin casi nada que comer y aun así sus hijos llegan a grandes como gente de bien. Se gradúan, levantan una familia hermosa, aportan a la sociedad. Conozco más de un caso. Pero el punto es que ese tipo de muchachito sabe, en el fondo de su alma, que esa mujer que los está levantando sola y sin grandes recursos, sin Navidades ni vacaciones en Disney, los quiere y mucho, aunque se los demuestre...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR