Callar el reloj

Tú puedes hacer muchas cosas con una Constitución. Pero no puedes convertirla en un bisturí. Ese es el punto. El bisturí. Todo el proceso que mueve al país en estos tiempos pasa por el tema de la opacidad, de la falta de transparencia. Lo que no se dice también construye un relato. Y, ahora, nuestra historia se narra desde lo que falta. Detrás de todos los gritos y de las manifestaciones, detrás de las manipulaciones legales y de las medidas en contra de los medios de comunicación, detrás de los discursos y de las amenazas, ése es el cuento que estamos viviendo. El enigma sobre la salud de Hugo Chávez Frías. Hasta ahora, más de un mes después de la operación, los venezolanos seguimos sin conocer a ciencia cierta lo que ocurre en realidad con nuestro Presidente: qué tiene, cómo está, cuáles son sus perspectivas clínicas. El Gobierno se aferra al género de misterio que más ha practicado: los comunicados oficiales. Incluso Luisa Estella Morales también apeló a ellos, a su supuesta claridad y exactitud, para justificar una decisión del TSJ. Hablan como si estos comunicados oficiales fueran electrocardiogramas. Como si el ministro Villegas fuera en realidad el doctor Villegas y apareciera ante nosotros con bata blanca y un estetoscopio dormido en el hombro. Hagamos un simple ejercicio: trata de recordar alguna frase, un término, un dato preciso de alguno de estos mensajes gubernamentales. Probablemente tu memoria ataje palabras como insuficiencia respiratoria o estado estacionario. Pero luego te quedas colgado de los puntos suspensivos. No hay más. La información oportuna y veraz del Gobierno ha estado más cerca de las consignas políticas que de los diagnósticos médicos. En los breves textos que lee Ernesto Villegas, no hay un paciente sino un héroe que, desde una reservada cama en un hospital inasequible, debe todavía legitimar al Gobierno. Finalmente, la única verdad puntual y palpable que tenemos es que el oficialismo huye del discurso clínico. Que el cuerpo del presidente Chávez, hoy, también es una isla, un secreto gerenciado por el Estado cubano. El verdadero vacío que tiene el Gobierno, y que el Gobierno le contagia al país, es un vacío de información. Llevan catorce años construyendo un nuevo poder alrededor de un carisma particular, diseñando una sociedad personalista, como para pretender que, ahora, la ausencia indefinida de Chávez...

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