Calle Pedro Grases

Si alguna ciudad del mundo ha sentido fascinación por rotular a sus calles con nombres prestigiosos, esa ha sido Caracas. La materia adquiere histórica y singular jerarquía cuando se co mienzan a vincular las esquinas del centro de la ciudad con nombres alusivos, referenciales o figurados a personajes memorables, peculiaridades del lugar o a acontecimientos ganados al olvido. Hoy, la circunstancia se torna venturosa con la nominación sobradamente honorífica y justiciera que la Alcaldía de Chacao ejecutara para dotar de nombre nuevo a una calle de su jurisdicción. Lo hace con el de Pedro Grases, el magnífico historiador y filólogo, conocedor profundo de la cultura bibliográfica del país, sabio transterrado que hace de Venezuela su patria más prolongada y la patria de su descanso final. Hombre de patrias, Grases quiso sembrarse en Venezuela y lo quiso a perpetuidad. Escogió hacerlo Âlúcido acierto con la más perdurable de todas las formas de la inteligencia: la lengua y sus derivados espirituales la palabra, la escritura, el texto, el libro, la biblioteca. En vida, alcanzó a ver concretada una de sus aspiraciones más anheladas, esa que llevó a la colocación de su nombre al frente de una biblioteca; sueño de todo hombre nacido para los libros. Repetía una y otra vez que nada le había dado más goce en la plenitud de su vida y en su carrera que el bautizo de la Biblio teca de la Universidad Metropolitana con su nombre, gracias al gesto generoso de su amigo Eugenio Mendoza. Hoy la biblioteca Pedro Grases es uno de los espacios más nobles de la ciudad dedicado a la conservación, empleo y estudio de lo que fue el ingente patrimonio verbal atesorado por el humanista en su casa de...

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