¿Calle o ruta electoral?

La victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias del 6-D de 2015 colocó a Nicolás Maduro en una encrucijada mortal. Desconocer el resultado de las urnas o aceptar la existencia de un Poder Legislativo bajo control absoluto de la oposición, incidencia nada cómoda pero absolutamente normal en cualquier proceso político democrático. El régimen prefi rió reconocer formalmente la victoria opositora, pero negar en la práctica todos los efectos reales de la derrota.Desde ese momento puso en marcha un claro dispositivo golpista. El acoso implacable del TSJ a la Asamblea Nacional, la suspensión tanto del referéndum revocatorio del mandato presidencial de Maduro como de las elecciones regionales y municipales, el infame engendro que significó el adulterado diálogo organizado por el español Rodríguez Zapatero con sus secuaces latinoamericanos, finalmente las sentencias 155 y 156 dictadas por la Sala Constitucional a finales de marzo. Una serie de desafueros que acorralaron a la oposición y obligaron a sus dirigentes a dejar de lado los eufemismos, calificar al régimen de dictadura y convocar al pueblo a tomar las calles y no abandonarlas hasta lograr el objetivo constitucional de restituir su vigencia perdida al Estado de Derecho.Hasta ese día desapareció la disyuntiva planteada por la estrategia de Leopoldo Ló pez, María Corina Machado y Antonio Ledezma en abril de 2014, ásperamente rechazada por PJ, AD y UNT, partidarios del entendimiento con el régimen con la esperanza de hacer realidad la imposible ilusión de construir una ruta electoral capaz de restaurar en la Venezuela chavista una relativa normalidad democrática. La torpeza del oficialismo para desconocer la voluntad de los venezolanos, y dejar sin efecto práctico el peligro que la nueva AN representaba para el proyecto hegemónico de Maduro y compañía, condujo a estas dos tendencias de la oposición a dejar de lado sus diferencias, al menos por ahora.Estas estaciones de la obse sión totalitaria del régimen terminaron de imprimirle a la confrontación gobierno-oposición un carácter agónico.Todo o nada sostenían ahora hasta los dirigentes más apaciguadores de la oposición y la calle pasó a ser, a partir del 2 de...

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