La calle, otra vez

Movidos por la impaciencia, muchos amigos de la oposición se quejaban del quietismo de los líderes que no convocaban a manifestaciones contra el gobierno. La inconformidad creció debido a la reacción provocada por las medidas de Maduro sobre el precio de los electrodomésticos. ¿Vamos a ver esto como quien ve llover? ¿No basta el ataque inclemente contra los comerciantes y la propiedad privada, para ponerse en movimiento masivamente? Tales eran las preguntas de los más atormentados por las decisiones del madurismo, como si bastara una manifestación clamorosa para que el gobierno contuviera sus pasos y como si dependiera de la voluntad de un dirigente que se calentara un ambiente caracterizado por un sosiego prolongado.

La impaciencia se disipó, en todo caso, debido a que Henrique Capriles pidió que los ciudadanos tomaran la calle y su llamado fue atendido con creces. Pidió a los venezolanos que salieran a manifestar su rechazo frente al gobierno, y recibió una respuesta digna de atención. No solo en Caracas, sino en todos los rincones del país.

En las capitales más pobladas se formaron importantes aglomeraciones, pero también en poblaciones pequeñas. Por si fuera poco, la convocatoria fue atendida en otras latitudes. Numerosas comunidades de venezolanos que viven en el exterior sacaron sus banderas y sus consignas para animar el ambiente y para animarse con el calor de los compatriotas que viven forzados exilios y quieren un destino mejor para el país. Se cumplió el cometido, por lo tanto, para que un nuevo aliento inspire a la gente frente a las cercanas elecciones de alcaldes y concejales.

El gobierno se afanó en la crítica de la convocatoria. Maduro afirmó que se trataba de una...

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