Tomárselo con calma

Aunque Hulk es un personaje de ficción, a veces parece que uno se lo topara a él -y a unos cuantos clones suyos- a cada rato. Lanzándole el carro a otro en la autopista, descargando toda su furia a través de la corneta de su vehículo (pues está probado que es el ruido el que disuelve mágicamente los atascos), cerrándole la puerta en la cara a la persona que viene detrás, gritándole a sus hijos, alzando la voz para que lo atiendan más rápido o humillando a sus subalternos. No es de color verde, como el personaje creado por Stan Lee, pero la agresividad tiene muchos matices. Pero si algo es cierto es que una acción violenta -por pequeña que parezca- siempre genera más violencia. Si bien la ira es una emoción humana -tan válida como cualquier otra- el resultado de no manejarla adecuadamente es una sociedad cada día más agresiva que vive su cotidianidad a la defensiva. Esto, de forma individual, además de aumentar las probabilidades de resultar agredidos, también pone en jaque a la salud. "Las emociones son una energía que está dentro del cuerpo, en el caso de la ira aumenta la temperatura, se tensan los músculos, hay una serie de manifestaciones físicas que están en movimiento. Si no nos permitimos sentirla vamos acumulando tensiones en todo el cuerpo que luego pueden traducirse en problemas cardiovasculares o gástricos", asegura Omar Barrios Castiblanco, psicólogo y terapeuta. "Uno no le puede entrar al tema de las emociones desde la racionalidad. Pensar y sentir son dos procesos mentales muy distintos: Cuando un niño tiene una rabieta, los padres tienden a insistirles en que razonen, en que se controlen, y eso un pequeño no lo entiende. Una de las señales de la madurez es saber cómo echar mano de tu racionalidad y encontrar las formas de manifestar -o no- lo que sientes. Precisamente, el mundo emocional se entiende mejor si se toma en cuenta que una cosa es sentir y otra es expresar. La persona se tiene que permitir sentir", insiste Castiblanco.

Según los expertos allí está la clave para el siguiente paso: reconocer que algo o alguien nos molesta y así poder entender cuáles son las causas, en vez de descargar la frustración causando daño a otros. La Asociación Americana de Psicología explica que lo más saludable es expresar la molestia de forma asertiva y no agresiva, dejando claras las necesidades o inquietudes (y cómo solventarlas), sin lastimar a otros. Entonces, el asunto no está en sentir rabia -es natural molestarse ante situaciones...

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