Camaradas, no se hagan los distraídos

Lo que quiso ser una re-volución está vuelto un pichaque fermentado.Lo saben los rojos, los azules y los pálidos.Siempre intriga saber cómo gentes tan avezadas, muchos formados intelectualmente, otros con veteranía política, luchadores sociales como se autocalifican unos cuantos, llegaron a participar y algunos a disfrutar de este torneo descompuesto y purulento.El morbo comenzó por la centralización autocrática en Chávez. La necesidad de concentrar las fuerzas en un solo mando para derrotar el imperio y lo que fuese diferente condujo a que todo se quedara en el puño del líder. Como los de su especie, era brutal hacia fuera y paternal adentro, centro de todos los equilibrios: coscorrones a unos, breves períodos de gloria a otros, degradaciones y ascensos a placer. El poder concentrado en Chávez se admitió sin chistar porque él, el Eterno, aun antes de morir debía saber lo que convenía.Ese poder requirió la dicta dura sobre los recursos públicos. Comenzó su trasiego para campañas electorales, compra de voluntades, alianzas internacionales y, en fin, para llenar monederos vacíos y hambrientos. Las alianzas con los gobiernos requerían el petróleo, pero las alianzas con las FARC y otros movimientos no gubernamentales, así como el financiamiento de campañas electorales amigas, demandaban baúles llenos de dólares, junto con complicados mecanismos de triangulación financiera. De a poco, en las comisuras de esas bocas...

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