En cambio, José Antonio Abreu

Un acto de habla es una acción. De eso no hay duda. Si alguien sanciona públicamente un régimen autoritario, aun si no hace más que manifestarlo de forma tal que su posición sea conocida por quienes tienen la capacidad de cobrarle el atrevimiento, eso es una acción. Incluso el silencio o la inacción constituyen un ejercicio activo. Callar ante la injusticia o, por el contrario, inhibirse de adular al autócrata o de hacerle comparsa en sus festines, son hechos. Más contundentes cuanto más omnímodo y cruel es el poder al que se enfrentan. Por eso los tiranos son tan sensibles a esas manos sustraídas al aplauso, a la sonrisa negada a aflorar ante el chiste tosco. Pero esta certeza no debe cegar nos para detectar la sobrevaloración de la palabra en Venezuela, donde se ha impuesto una inflación del habla, debido, quizás, a la hegemonía que ejerce un jefe del Estado que habla todo el tiempo y cuyo protocolo para mentir consiste en que dice que hará algo y es como si ya lo hubiera hecho. A contravía de esto, hay gente que habla poco, pero hace mucho. Y sus iniciativas trabajan en la ruta exactamente contraria al desmantelamiento del país que adelanta el régimen. Este es un punto clave, que debe sobreponerse a la polarización. Los hechos siguen siendo más fructíferos que las palabras aun cuando éstas tengan impacto y nobleza. Cada vez que los empresarios han acudido a reuniones convocadas por Chávez se han convertido en blanco de incomprensión. Sectores poco reflexivos se han permitido exigir a los privados que le den un portazo al Presidente, sin importar las consecuencias que esto pueda traer para la empresa, sus trabajadores, el mercado que abastecen o el servicio que prestan. Es como si la empresa privada fuera algo prescindible, algo que puede echarse al despeñadero. La verdad es que se evidencia no poco desprecio por el papel que cumple el emprendimiento privado y el lugar que ocupa en el desarrollo, la prosperidad y el avance democrático de la sociedad. Cosa parecida ocurrió cuando Chávez se dignó a reunir el Con sejo Federal de Gobierno, instancia crucial para la marcha de las regiones. No faltó quien censurara a los gobernadores porque asistieron; y, el colmo, se condenó a uno en particular porque sonrió al compartir con Chávez. Asimismo, se recriminó a los...

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