Cambio de opiómanos

Los homosexuales, los ricos, los demócratas y los religiosos, especialmente los católicos, fueron duramente perseguidos, exiliados, detenidos, torturados y fusilados durante las primeras dé cadas de la revolución cubana. El marxismo predicaba que la religión es el opio del pueblo y, en consecuencia, a los Castro, independientemente de su formación jesuita, no les tembló el pulso para declarar el cubano un Estado ateo; cerrar templos, colegios y universidades católicas; prohibir la celebración de la Navidad y la Semana Santa; incluso para apropiarse y luego destruir altares y figuras religiosas de los hogares para evitar la presencia opiácea en la intimidad familiar.Existen muchos testimonios que abordan el tema descarnadamente.Uno de ellos, las memorias de Manuel Valladares, preso de conciencia por 22 años, cuenta cómo en la cárcel de La Cabaña, donde fueron fusilados decenas de jóvenes sacerdotes, terminaron ordenando que los amordazaran antes de proceder a la ejecución. ¿La razón? Que los primeros fusilados, antes de la ráfaga final gritaban a voz en cuello: ¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!, y el gesto incomodaba profundamente a los jerarcas rojos. Se trata, vamos a decirlo así, de una tradición comunista. Porque lo de Cuba resulta menor si se le compara lo ocurrido en la Unión Soviética. En las primeras décadas de la revolución los bolcheviques demolieron iglesias y emprendieron una descomunal operación represiva contra todas las religiones. La peor parte le tocó a la iglesia mayoritaria, la ortodoxa rusa, que presenció impotente cómo cerca de 100.000 de sus sacerdotes fueron ejecutados y otros enviados a campos de concentración.Toda esta memoria de horrores y agravios ha sido removida por el viaje del papa Francisco a Cuba y, especialmente, por la visita dedicada a Fidel Castro y la manera tan aparentemente aséptica, ausente de críticas al régimen, que caracterizó sus intervenciones públicas. Las posiciones son extremas. Se repite el dilema aquel del vaso medio lleno o medio vacío.En algunos portales de la más recalcitrante derecha católica evalúan la visita como...

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