Con Camila me lanzo al vacío

Sin abandonar el ¡órale!, Alejandra Ambrosi ya habla como venezolana. La cola está arrecha, deja caer mientras apura el paso al salón de maquillaje. La chaparrita mexicana, dotada de la mirada de doble fondo de la niña perversa que te succiona y más nunca te suelta, tiene espíritu de mochilera. Proveniente de una familia de ingenieros civiles con raíces en la costa amalfitana, se formó en Londres y Nueva York, ciudad en la que, para independizarse, sirvió como mesera a Madonna o Robert de Niro. Su carrera ha sido más teatral y cinematográfica que telenovelera, lo que parece preservarla incontaminada. La Camila de Dulce amargo, una ama de casa como de cuña de compota que en realidad deja tras sí un sendero de botellas vacías, se mete sin darse cuenta en personaje y divide la voz con un surco, cual borrachita, para recitar alcohólicos ilustres: No soy fanática de Nicolas Cage, pero Adiós a Las Ve gas es fantástica. Jessica Lange en Frances. Forest Whitaker en Bird. ¡Pero con la que me quito el sombrero es Gena Rowlands en Opening Night! Ella llega no entonada, ni prendida, ni borracha, sino lo que sigue des pués. Y tiene que salir a dar una función de estreno. Amo el cine de John Cassavetes. --¿Una alcohólica sirve para ganar un Oscar? --¡Ay! Carmencita su estilis ta en Televen aquí presente es testigo de mi desastre, de cómo llego destrozada al día siguiente, como si hubiera tomado dos botellas completitas. Tuve la oportunidad de que me abrieran las puertas en un grupo de Alcohólicos Anónimos en Los Palos Grandes. No hay otra manera de hacerlo más que entregándome por...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR