Camurí Grande decidió dejar de ser damnificado

La fuerza de un río desbocado enseñó a los pobladores de Camurí Grande, en el estado Vargas, el valor del trabajo mancomunado. El deslave de 1999 arrasó casas, clubes de playa, centros estudiantiles y el templo, pero la devastación fue el aliciente para la unión de los habitantes, de los propietarios de las residencias vacacionales Oceanía, del Club Camurí Grande y de los alumnos, docentes y trabajadores de la Universidad Simón Bolívar. Entre todos limpiaron y recuperaron cada sector del pueblo, enclavado en el este del litoral central. Una casita localizada a la ori lla de la carretera nacional era el centro de operaciones para las tareas de todos aquellos que transformaron la vivencia en una fraternidad, que acuñó el nombre de Asociación Civil Comunidad Camurí Grande. Toda nuestra historia em pieza en abril de 2000, como una respuesta en positivo al deslave. Todos éramos damnificados. Entendimos que te níamos que reactivarnos para rescatar la zona. Hicimos un censo para conocer las necesidades y saber cuántos eran los afectados, afirma Verónica de Guruceaga, directora general de la asociación. La ingeniera recuerda que con la colaboración de empresas privadas y ONG lograron abrir un modesto consultorio, el preescolar Camurí Grande y un centro de comunicacio nes y de capacitación tecnológica. La primera donación fue de 600 bicicletas, que facilitaron la movilización de los residentes. La comunidad vio los frutos de su esfuerzo de cinco años, hasta que otra vaguada desbordó el río y arrasó todo, otra vez, en 2005. Esa segunda tragedia los mo tivó a exigir al Gobierno nacional la canalización inmediata del río...

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