Canalladas

Hay una serie de asuntos que rechazaría contun-dentemente cualquier país civilizado y que en el nuestro se han hecho parte de nuestra vida cívica sin que ya hagamos mayor cuestión de ellos.Son miserables violaciones de los más elementales principios de la convivencia, delincuencia política consuetudinaria, exabruptos que no caben en ninguna racionalidad sana. Pongamos al menos tres ejemplos, que distan de ser los mayores, pero que a mí me irritan particularmente por arbitrarios, absurdos.¿En que puede justificarse que la oposi ción venezolana, ampliamente mayoritaria, no pueda manifestar en el centro de la ciudad por orden permanente del oscuro alcalde de esa municipalidad de Caracas, donde también es mayoría esa oposición? Lo único que han logrado argüir es que pudiesen dañar la zona. Cosa que por lo demás puede hacer cualquier manifestación, salvo colectivos paramilitares del gobierno y los revolucionarios que la recorren a su gusto, trasladados muchos de ellos en autobuses del Estado y recibiendo estipendios. En realidad al parecer es muy importante mantener simbólicamente, contra toda evidencia, que las zonas pobres de la ciudad son para siempre revolucionarias, por voluntad del eterno será. Si la realidad dice lo contrario, peor para la realidad. Sumémosle a esto un detalle, ya es costumbre cerrar las estaciones del metro que conducen a la marcha antigubernamental. Busque usted justificaciones. O la manifestación alterna que se decreta automáticamente a penas se anuncia la opositora, para asustar con un estado de guerra posible si no se acata la disciplina decretada: cuidado...por aquí andamos.Las cadenas, las cadenas radioeléctricas y similares que se suman a las otras que nos agobian. En uno de sus...

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