¡Capriles presidente!

Capriles presidente podría ser el titular de primera página más ecuánime de la mañana del 8 de octubre. Pero hay otras posibilidades. En tono celebrativo: Se vio y se sintió; Avalancha; El autobús del progreso de punta a punta; David venció a Goliat; Venezolanos votaron por el futuro. A modo de condena del pasado también cabría: Abajo cadenas; Se acabó la cháchara; Venezuela dijo No al militarismo; Rechazo contundente al continuismo. En lo personal, apostaría a un titular más en sintonía con lo que ha sido la propuesta de Henrique Capriles Radonski y que allane el camino a la gran tarea de reconstrucción y de reconciliación que tenemos por delante: Venezuela es de todos los venezolanos, debemos reconocernos desde nuestras diversas visiones y banderías políticas y, juntos, apostar por un mejor país. Triunfalismos aparte, porque, como en la pelota, el juego termina con el out 27, y lo primero es votar masivamente por Capriles el próximo 7-O, mi confianza en el triunfo del candidato del futuro se funda en el clamor que siento en la calle: no más insulto, no más peleadera, aspiración a una vida segura y de calidad. Y aunque el candidato del pasado, el presidente saliente Chávez, se negó obstinadamente a un debate con Capriles, los términos de comparación están claramente expuestos en la arena electoral. Chávez Frías, ex militar golpista, tiene catorce años en la jefatura del Estado. Honestamente, no cabe en mi cabeza que los venezolanos puedan reelegir y premiar con veinte años en la Presidencia de la República a un individuo que ha dilapidado los más altos ingresos que ha tenido Venezuela, que ha sido incapaz de resolver los ingentes problemas de los más pobres, que ha dividido y enemistado a la familia venezolana, que se ha peleado con presidentes de América Latina y de otros países, que manifiesta una enfermiza sumisión a los designios de la dictadura de los hermanos Castro en Cuba, que utiliza los recursos del Estado y la obligatoria asistencia a los más desvalidos con los métodos más grotescos de las dictaduras totalitarias fascista, nazista y comunista del siglo pasado y que, en forma visible, muestra sensible deterioro de su salud y no me refiero sólo a la mental. Son numerosas las personas que me encuentro por la calle y que de manera discreta me dicen: Trabajo en una empresa del Estado, pero hay un camino; trabajo en el...

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