El Caribe ahora está más cerca

Allí estaba el Ocean Dream.

Anclado en el puerto de La Guaira, con sus 205 metros de altura, sus 8 cubiertos y su capacidad para 1.422 pasajeros.

Listo para cubrir 5 destinos del Caribe a lo largo de 7 días. En Vargas, aquello era un acontecimiento. Y no erapara menos, el último crucero que llegó a tierras varguenses había sido hace 10 años. De modo que la empresa española Pullmantur había roto con el maleficio, paradójicamente, un 12 de octubre.

La impericia del personal que operaba en el terminal marítimo se hizo notar. Era evidente que habían perdido la práctica de recibir pasajeros. Pero una vez atravesado el umbral del puerto de La Guaira todo quedó en el olvido. Al cruzar, muchas sonrisas finalmente se exhibieron ante la cámara del fotógrafo que recibía a las puertas del Ocean Dream, como muestra de bienvenida. Ya en adelante, todo lo que vino fue un manojo de sorpresa para los novatos.

Ver los camarotes, los pasi llos, las escaleras, la recepción, los restaurantes, los bares, las piscinas. Todo recordaba al Titanic. Tanto, que durante el simulacro de emergencia más de un pasajero se atrevió a hacer comentarios alusivos a la embarcación que se hundió el 14 de abril de 1912, como si eso fuera a tranquilizar a alguien.

Temía ver a alguna pareja ha ciendo de Jack y Rose en la popa del barco. Pero no. Los pasajeros estaban curiosos. Subían y bajaban escaleras. Entraban al Salón Bar Casablanca, daban una vuelta por el área de la piscina, curioseaban por la biblioteca, preguntaban cuánto costaba usar Internet, merodeaban por el casino aunque prometieron no jugar, se sentaban a comer en el buffet pese a no tener hambre y se acercaban a las tiendas Duty Free aun cuando no les quedaba cupo.

La etiqueta todo incluido le dio alas a más de un pasajero para caer en excesos. Comer sin medida. Tomar lo que se quiera --siempre que estuviese en la lista de las bebidas incluidas--. Dormir cuanto le plazca. Bailar sin descanso.

Broncearse más de la cuenta.

Y disfrutar del buen ambiente sin remordimiento. Y bueno, si no es para eso ¿para qué más se va a un crucero? En alta mar no hay preocu pación que valga. Allí, cada quien asumió la experiencia como quiso. Los más pequeños --entre 3 a 6 años-con taron con actividades re creativas en el Tibu Club.

Mientras que los más grandecitos --de 7 a 11 años-tuvie ron mucho que hacer en Capi Club, al tiempo que los adolescentes --12 a 17 años-hicieron de las suyas en Teen?s Club o se gastaron los dólares de papá...

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