Carlos Arvelaiz. ¿Cuánto falta?

De niño, Carlos Arvelaiz repetía la misma pregunta a su padre, una y otra vez: ¿Cuánto falta?. La hacía durante las cinco horas que separaban Tucupido pueblo en el que creció y Caracas, ciudad a la que Âdice ambos solían viajar para cubrir las carencias rurales. La distancia no era medi da en kilómetros, sino en carros clasifi cados por colores, marcas y modelos, uno de los juegos que inventó para matar el tiempo. Por consejo de su padre también contaba los pueblos que había en el camino. El inventario lo llevó a asociar a Tucupido con el granero de Guárico, a Valle de la Pascua con el ánima del pica pica, a Chaguaramas con la panadería del llano, a El Sombrero como para da obligada para comer cotufas, a Barbacoas como el pueblo de Simón y Joselo, a Carmen de Cura con la mitad del camino y el...

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