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Carta de amor a una sesentona

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Vincent

A veces te amo y otras te detesto. Tal vez sea la diferencia de edad entre nosotros. Aparentas 60 años aunque los registros de tu nacimiento glorioso marcan 69. Sueles aparecer con tus florituras venerables justo cuando las cabezas están por estallar por las resacas de los monarcas caribeños, efectos secundarios dejados por el champán y las espumosas de celebración. Para tus mocedades no había mejor rato que ese. Ya no es así. La siempre hermosa y jovial primavera toma más fuerza con el pasar del tiempo; cada vez arrastra más pretendientes y te sentencia a ser la que le pone fin al invierno.De todas maneras estás allí.Luchas contra el marchitar.Cómo no enamorarse de tu rebeldía contra Cronos. No sientes miedo a la modificación.Ya lo has hecho. Resistes la degeneración y buscas moverte con la gracilidad de los 70’s.¿Cuántos magallaneros no ca yeron ante tu seducción en ese entonces? Te odio porque solo te puedo ver lejana. No es tu culpa pero igual la pagas. Eres compañera de la prosperidad. Por eso sonríes, fumas y eres pícara en México. Allá te pueden dar lo que pides y mereces. Aquí, en Venezuela, ni siquiera estoy seguro si te veré el próximo año, en Barquisimeto, como habíamos acortado. Nuestro reencuentro depende del poder de terceros; está sujeto a la mano apadrinada de los que dicen mandar y que puede vender la moneda verde que necesitas.Ojalá se pueda. Hace mucho que no olemos tu perfume mun dano, que dos veces me hizo volar como las Águilas, un par de oportunidades más me dio la fuerza de los Leones y en una me condecoraste Tigre. Cómo nos divertimos las últimas dos.En Dominicana no pareces ser muy bienvenida, aunque son los quisqueyanos los que más te han poseído y tú los has correspondido. También es bien sabido tu amorío cubano.Y no me vengas a engañar. Incluso buscaste el son antillano después de más de 50 años sin probarlo. Como a Hemingway, el ron y el tabaco te hacen vibrar. Sé que tus...

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