Carta número 8

Mi querido Germán: Después de las fiestas y el incen dio todo volvió a su ritmo normal.Solo una cosa nueva se produjo en nuestra vida y es que la señorita María tomó la costumbre de pegarnos y, como cuando le pegaba a una, la otra también lloraba, decidió que no importaba quién había cometido la falta, ella nos pegaba a las dos.Un día llegó a la casa de muy mal genio. El Niño estaba llorando porque era la hora de su tetero y ella decidió darle ese día un baño. Cuando estaba todo desnudo, lo alzó muy alto y mirándolo a la cara dijo: Este desgraciado se empieza a pa recer a Eduardo.Entonces Helena le dijo que me jor hubiese sido guardar a Eduardo que mandar a hacer otro nuevo; Helena no había terminado la frase, que ya ella la estaba reventando a bofetadas. Antes que terminara con ella, yo corrí a esconderme en el horno, el único sitio donde ella no podía entrar.Al día siguiente no fue a la agencia y estuvo todo el día encerrada en la pieza; Betzabé le subió el almuerzo y dijo que no quería comer. Cuando empezaba a estar oscuro nos llamó para que subiéremos a su pieza. Todas las cosas estaban en desorden y en el centro los dos baúles abiertos: había comenzado a empacar la ropa.Nos anunció que volvíamos a Bogotá, nos acusó de ser la causa de todas sus desgracias.Sin ustedes mi vida sería otra, nun ca hubiera venido a este pueblo miserable. Yo...

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