Las cartas que se convirtieron en un éxito editorial

Emma Reyes murió en Burdeos en julio de 2003. Acababa de cumplir 84 años y en Colombia sólo un par de periódicos publicaron notas breves que recordaban quién era: dijeron que fue una pintora reconocida entre los círculos artísticos de Francia, que llegó en los años 30 a París con una beca para estudiar Artes, que había recorrido América Latina haciendo autostop, que en Paraguay le habían matado a un hijo durante la Guerra del Chaco y que Germán Arciniegas hablaba de ella, de sus pinturas y de sus exposiciones, con respeto y admiración.Sin embargo, a mediados del año pasado apareció en las librerías de Bogotá un libro flaco, con una portada sobria y sin muchas pretensiones. Memoria por correspondencia fue edita do por el sello independiente Laguna Libros y por la Fundación Arte Vivo Otero Herrera, que se ocupa de recopilar la obra de artistas colombianos.Es la reunión de varias cartas que Reyes le envió a su amigo Germán Arciniegas, como parte de un proyecto que pretendía contar en primera persona la infancia de la artista, desde su nacimiento en 1919 hasta que se escapó del convento donde vivió su adolescencia.Poco importa en quién se convirtió Reyes después. Las cartas, escritas entre 1970 y 1997, sólo cuentan la vivencia de una niña huérfana que desde sus 2 años debe enfrentar la soledad, el abandono y el maltrato. Sin embargo, el tono de los relatos no es el del recuerdo con nostalgia o con rabia, pues el gran acierto de Reyes como escritora fue ser capaz de contarlo todo con la voz de una...

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