Castro se enfrentó con los pistoleros sin bolí­grafo

No fue si no hasta después de que le dieron un cachazo en la cabeza que César Castro accedió a firmar los papeles. Minutos antes, el jugador nacido en San Cristóbal estaba en su casa en Chipre hasta que sonó el timbre. Abrió la cerradura y vio como un hombre encapuchado y otro con una pistola tumbaron abajo la puerta. El que tenía el pasamonta ñas me agarró por la cabeza, de los pelos, me tiró al sofá y me dijo que quería que le firmara los dos papeles que traía, relató ayer el defensor, quien de inmediato comenzó a sospechar de qué se trataba. La semana pasada, Castro le envió al Olympiakos de Nicosia, una carta en la que explicaba que necesitaba que me cancelaran los cuatro meses que me debían. Como tenía dudas de la efec tividad de su medida de presión, fijó un plazo y comenzó a preparar el siguiente paso: una denuncia a FIFA. El jueves pasado venció el plazo y el viernes escribió otra carta al club, informando que acudiría a instancias superiores. Al mediodía se reunió con su abogado y firmó todo lo que hacía falta y en la noche descansaba en su casa, pensando en que al día siguiente su esposa, iba a dar a luz en España a la segunda hija de ambos. Eran las 9:45 de la noche cuando le tocaron el timbre. Le dije que no iba a firmar nada y el de la pistola me dijo que tenía que firmar. Resulta que los tipos no traían lapicero, y aunque suene increíble, me preguntó si no tenía uno. Les dije que no, entonces el tipo al ver eso, bajó...

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