Una causa sagrada

La reelección es el corazón del kirchnerismo. Al pensarse a sí mismo como etapa fundante, no puede admitir la al ternancia. Cualquier sucesión que no sea continuidad explícita es vivida como traición, como retroceso intolerable. Concentrada la representatividad en la persona de la Presidente, no son concebibles los sucesores. El proyecto político es ella. La persona presidencial es el pasado, el presente y el futuro. Se equivocan quienes aducen que el espacio K sólo tiene una candidata: ella. En los años K, como cualquier otra época, destacaron personalidades. Mejores o peores, esa es otra cuestión. Candidatos para ofrecer al país tiene el kirchnerismo. El problema no es la inexistencia de ellos, sino la naturaleza misma de un gobierno que no los admite. La movilización espontá nea del jueves 13 de septiembre, no convocada por ninguna plataforma política ni fogoneada por medio de comunicación alguno, tuvo diversas consignas. Algunos asistentes protestaban contra la ineficacia oficial en combatir la criminalidad. Otros lo hacían contra la corrupción. Lo que unificaba el clamor común era la resistencia a la reforma constitucional como requisito para la re-reelección. Los ciudadanos que se mo vilizaron tenían claro lo que significa la reelección. Tenían claro que la perpetuación en el mando de una persona, sin límite temporal, estrangula inevitablemente la legitimidad democrática. Los límites son la razón de ser de todo andamiaje constitucional. Las constituciones republicanas se basan en la igualdad de todos ante la ley. En las constituciones monárquicas, una persona destaca sobre las demás, el monarca. Él es inamovible. El cambio cada vez más fre cuente y la búsqueda de alternancia son, por otra parte, hechos centrales en el desasosiego que perturba a muchas sociedades en el mundo. Los tiempos se acortan no sólo porque la crisis no cede, sino porque el dinamismo de las sociedades se ha hecho casi frenético. Vivimos un momento verti ginoso. Frente a las dificultades que encuentran a su paso, las sociedades ya no...

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