Cerco rojo

Cuando oí a Nicolás Maduro chillar en días recientes: Me van a llamar dictador, no me importa, pero yo acabaré con el amarillismo sic en los medios, me dije: Esta barajita la tengo. Busqué en mis archivos y allí estaba, resaltada en amarillo, la frase del hoy comandante galáctico: A mí me importa un comino lo que digan los oligarcas del mundo.El texto subrayado concluía una declaración, en un recinto militar, mientras apuntaba con un fusil Kalashnikov el bombillo rojo de la cámara del periodista: Nosotros no podemos ser tan irresponsables para seguir dándole concesiones a un pequeño grupo de personas para que usen el espacio radioeléctrico que es del Estado, es decir, del pueblo, contra nosotros mismos, en nuestras propias narices, como quin ta columnas. A mí me importa un comino lo que digan los oligarcas del mundo. Diez meses después se producía el brutal cierre de RCTV y, desde ese momento hasta el presente, cuando a Maduro no le importa que le llamen dictador, con los afinamientos a la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, con el acoso permanente de Conatel y del Seniat a los prestadores privados de servicios de comunicación y el fortalecimiento del poder comunicacional del Estado y su apropiación por operadores políticos del partido de gobierno, la libertad de expresión y el derecho a la información de los venezolanos se ha reducido a niveles que contrarían todos los estándares internacionales y dejan muy poco espacio para calificar de democrático al modelo político que bajo la tutela de Cuba se impone a los venezolanos.En distintas oportunidades hemos denunciado este incesante proceso de confiscación de derechos fundamentales consagrados en la Constitu ción ilustrando el proceso como un cerco, vocablo que se aviene perfectamente a la naturaleza militar del régimen.En la lógica castrense un cerco es el asedio de una fuerza militar que rodea una plaza o una ciudad para combatirla, para someterla.Es un plan sistemático, que en el caso de los medios de comunicación en Venezuela ha operado mediante una arquitectura legal muy refinada para criminalizar la práctica periodística y la opinión, se promueve la autocensura, la negación o limitaciones para acceder a las fuentes informativas de entidades del Estado, se avalan los retrasos administrativos y la discrecionalidad para el otorgamiento de permisología para la operación de servicios radioeléctricos, la colocación discrecional de pauta de publicidad o propaganda para premiar...

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