César Rengifo y lo que aún falta por ver

La perspectiva social de César Rengifo nunca deja de ser reveladora. El supuesto bienestar que el mágico petróleo ha significado para nuestro país, desde el año 1914 y hasta el presente, no ha sido más que una ruina continuada. Los discursos del statu quo han ahondado en la evasión de valores humanos, con la consecuente sumisión en la miseria y el espejismo de progreso. La obra de este dramaturgo y artista plástico es una potente denuncia de lo que hemos sido y somos como sociedad; una colectividad esquizoide, del fragmento y de la amnesia. En efecto, la compilación Te tralogía del petróleo, prologada por Orlando Rodríguez, es una mirada de gran valor a través de cuatro piezas dramáticas que resultarán muy atractivas al interesado en profundizar en la propuesta de este artista inconforme y opuesto al esta blishment. La llegada del oro negro a una nación cuyo pensamiento estaba aún anclado en las montoneras del siglo XIX --y que lo sigue estando hoy en día-significó la adopción de los esquemas de naciones foráneas, cuyos estados igualmente están subordinados a la autoridad corporativa, que en última instancia está localizada en una elite difusa y sin ningún basamento en el poder originario y legítimo de la mayoría de las gentes. Esta edición es una panorá mica de lo que significó la cultura del petróleo y todo lo que ella implicaba. Así, a partir de Las mariposas de la oscuridad 1951-1956 se aborda esta constelación, muy en concordancia con la onda realista que imperaba para la época. La acción está ambientada entre 1927 y 1935. Aparecen recreadas las haciendas improductivas del decimonónico, que confrontaban su venta al capital extranjero para de ese modo sumar sus tierras a la obtención de crudo. La tragedia de un campesinado desarraigado y una sociedad sumida en el alcohol, la superchería y esquemas cuasi medievales de dominio inauguran un siglo XX que sólo pudo concluir en la tragedia del aluvión y de la horda. Se suceden en este discurso, planos de gran valor imaginario, que capturan y que migran de uno a otro personaje. Las figuras están, en cierto modo, opacadas por la alienación e impregnadas de una tonalidad análoga a lo que representó en la narrativa de Gallegos, por ejemplo. El vendaval amarillo 1952 proyecta una textura cálida y que continúa el discurso temático de la primera pieza, pero localizada entre 1938 y 1939. De nuevo aquí se analiza la cuestión de las masas de campesinos atrapadas en la necesidad demudarse a los campos...

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