Cesticas de Navidad

El fin de semana pasé por una tienda de ultramarinos, palabra que me gusta más que la cursi delicatessen y es más propia de nuestro castellano. Exhibía sus cestas de Navidad: botellas de escocés y vino, bombones, embutidos y otros fiambres, frascos de espárragos, jamones, galletas danesas y mermeladas. Por mi salud mental no solicité el precio de ninguna pero sí reparé en el hecho de que no eran piezas dignas de un museo opulento. Se trataba de productos espléndidos pero no de los que circulaban en la Venezuela próspera. Recuerdo de adolescente las cestas de Navidad durante el primer gobierno de CAP. Aquellas sí que eran cestas, no la pobreza de nuestros esquilmados días. Lucían la mejor champaña de Reims, vino de colección, digestivos como el Calvados, foie-gras del glorioso y un producto que ya figura solo en la memoria de ciertos ancianos: caviar sevruga y beluga. En aquellos tiempos no se consumía whisky mayor de edad como no fuesen algunas marcas escogidas y para una ocasión de cata, más allá de nuestro etiqueta negra. Hasta hace poco gracias Nico por los favores recibidos este mayorazgo se podía afirmar hasta en nuestro país de escasez pero ahora con los impuestos todo se volverá quimera.No estoy promoviendo la cul tura etílica ni acuñando la posible frase: Con mi caña no te metas. La ingesta alcohólica debe hacerse con prudencia y sobre todo con libertad, suma de deberes y...

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