Chamos víctimas y victimarios

Alas cuatro y media de la madrugada silbaron las pistolas. El aire de los pulmones a través de los labios entreabiertos produce el silbido que anuncia a los de la otra banda que vamos por ellos. Luego vinieron las balas, que también silban pero cuando ya están lejos. De cerca atruena el disparo y despierta con sobresalto a los pacíficos vecinos del barrio. Buenos pulmones y mala, peligrosa, puntería. Lo propio de jóvenes enérgicos, violentos y desdeñosos de la vida. Eran muchachos.En un texto anterior, he se ñalado una de las nuevas tendencias del delito criminal: disminución de la edad del victimario con todas las consecuencias que eso conlleva: inmediatez en el acting out, irreflexión, supresión del control ideacional, afectivo y ético. Por ende, peligrosidad más allá de todo límite. Disminución también en sincronía, de la edad de las víctimas.Los acuciosos amigos de Cecodap acaban en entregar su informe del año 2014: 914 homicidios de niños, niñas y adolescentes,26% más que en 2013; en los dos primeros meses de este año, 44 menores asesinados sólo en Caracas. Estas las víctimas. Los victimarios jóvenes fueron 3.209, 58% más que en 2013. Entre éstos hay cada vez más niños y adolescentes tempranos. No se sabe cuántos porque no hay estadísticas confiables. Lo cualitativo de los hechos es quizás lo más alarmante. Dos estudiantes de 16 años se pelean, cosa frecuente entre chamos. Unos golpes, alguna cachetada. El...

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