En China no hay ley

Ai Weiwei, uno de los artistas chinos más renombrados por su obra conceptual y su diseño del Estadio Olímpico de Pekín, se ha convertido en una molesta espina para el Gobierno debido a sus aceradas críticas al sistema y su defensa de la democracia. Hasta el punto de que, el pasado 3 de abril, fue detenido por la policía en el aeropuerto de Pekín y se desconoció su paradero durante 81 días, al cabo de los cuales fue liberado en medio de la presión de la comunidad internacional. Las autoridades lo han acusado de evasión de impuestos y exigido el pago de 15 millones de yuanes 2,35 millones de dólares. Para apelar tuvo que entregar una garantía de 8,45 millones de yuanes 1,32 millones de dólares, dinero que reunió gracias a los envíos Âque Ai considera préstamos de 30.000 seguidores. Pequinés, de 54 años de edad, habla desde su vivienda-estudio. En la calle, dos cámaras instaladas por la policía vigilan quién entra y sale. Cinco vehículos con agentes montan guardia. El artista tiene prohibido salir de Pekín. Habla despacio, con tono grave, junto a un cartel impreso con los nombres de más de 5.000 niños fallecidos en el terremoto de la provincia de Sichuan en 2008, que, según activistas y críticos, afectó particularmente a las escuelas porque estaban construidas con materiales de baja calidad, debido a la corrupción. Su campaña para reunir los nombres de los estudiantes muertos provocó la ira de las autoridades, temerosas de que generara protestas e inestabilidad social. --¿Por qué le acusan de eva sión de impuestos? --Cuando me detuvieron el 3 de abril en el aeropuerto, me vendaron los ojos y me llevaron a un lugar secreto. Era un búnker. Me ataron con las esposas a una silla y comenzaron los interrogatorios. Me arrestaron por mis críticas al Gobierno. Sólo puedo utilizar sus palabras, me dijeron que querían hacerme parecer malo ante la gente. Me acusaron de colocar pornografía en Internet, de bigamia, de copiar el trabajo de otros artistas. Me puse furioso. Era un juego infantil y no ético. Pero la cosa era seria, era un secuestro. Les pregunté si podía llamar a un abogado. Me dijeron que no y que no podría contactar a mi familia al menos durante seis meses. Luego, la mayoría de las preguntas fue sobre el derrocamiento del Gobierno y la subversión del poder del Estado. --¿Le entregaron una orden de detención formal? --No. Luego anunciaron al mundo que había evadido impuestos. Dijeron que no era yo, sino la compañía para la que trabajo como...

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