China y Siria: prudencia estratégica

Si algo ha podido comprobarse en el caso de la crimi nal actuación del dictador Bashar Al Assad es que la presión internacional no depone gobiernos. La posición de China y Rusia ha sido determinante en conseguir que el esfuerzo de los demás países por detener las matanzas y los ajusticiamientos en Siria sea estéril. El criterio de estos dos países ha sido similar: China se opone a cualquier género de intervención en Siria más allá de las sanciones económicas y el repudio moral. Rusia hace otro tanto y, a pesar de que ambos han condenado las matanzas de civiles y de menores inocentes en Hula, no le asignan responsabilidad alguna al poder que gobierna, aun cuando el emisario de la ONU ha develado y deplorado que los asesinatos de más de un centenar de personas fueron ordenados desde Damasco. No parece que el resto de los países líderes de Oriente y Occidente, y ni siquiera los árabes, sean proclives a una intervención militar, pero sí se inclinan hacia nuevas medidas de presión. China y Rusia consideran que seguir adelante con acciones que desestimulen los sacrificios humanos para provocar un cambio forzado de gobierno en Siria, podría agravar las tensiones en el área con consecuencias impredecibles. Mientras tanto, Bashar Al Assad sigue cavando tumbas y asesinando a mansalva a sus compatriotas disidentes y a niños. Frente a la avalancha de rechazos unilaterales de los grandes países, que expulsaron simbólicamente de sus territorios a los diplomáticos de Al Assad, China ha permanecido imperturbable. La posición permisiva de Rusia la explican Âaun cuando no la excusan intereses económicos de enorme...

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