El chiste de Jaua

Ahora resulta que uno de los más violentos militantes del Gobierno, el militante que arengaba a los estudiantes de Bandera Roja para que cerraran violentamente las entradas a la Universidad Central de Venezuela, que con bombas molotov entre sus seguidores se especializaba en cercar con bandas armadas al rectorado universitario, ahora acude ante la Organización de Estados Americanos y la Organización de Naciones Unidas, para denunciar los supuestos actos de violencia cometidos por la oposición en protesta por los resultados electorales supuestamente amañados por un grupo de militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela, partidarios del Gobierno y que tienen mayoría en el Consejo Nacional Electoral.

No se trata de una maniobra política de la oposición porque desde el mismo día de las elecciones el candidato opositor llamó a respetar los resultados y a no protestar mediante la violencia. Henrique Capriles no ha dejado un solo momento de llamar a la calma y la cordura. “No soy un hombre partidario de la violencia sino de la vigencia del voto popular”, pero lo que él no puede evitar es que sus millones de militantes y los casi 700.000 chavistas que votaron por él salgan a la calle a expresar su ira y rabia por el comportamiento del Consejo Nacional Electoral, de su presidente, la señora Tibisay Lucena, (cuyo nombre pasará a la historia como sinónimo de cinismo) y de todos aquellos que le han acompañado en sus oscuras tareas.

Son personajes con algo de siniestro de frustración en sus vidas profesionales o personales, guiados por una porfiada intención de torcer el curso de la verdad, de agregar a la crueldad de la vida un poco más de veneno para que millones sufran más y se sientan frustrados...

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