Chulapos mambo: mixtura y risa

--Nestor García Canclini, en Imaginarios urbanos, habla de los individuos híbridos que aprovechamos varios repertorios para enriquecernos, formarnos y participar en escenarios distintos. Desde su título, Chulapos mambo, más que híbrida es mestiza, ¿cómo toma forma esa idea del mestizaje a la hora de crear? ¿Cuál es la causa de esta literatura heterogénea? --Me apasiona la mezcla. Creo que vivimos para mezclarnos, para contaminarnos, para embadurnarnos del otro. En el fondo esos son las relaciones de amor, las relaciones eróticas, un salir afuera para ser en los otros y que los otros sean nosotros; un salir afuera para enredarnos y mezclar lo propio y lo ajeno en un momento festivo. La escritura es un modo de amor, también de erotismo profundo. Juegos de máscaras, seducciones, pasiones intensas, desdoblamientos. Y la posibilidad de la mezcla y la multiplicación. En todo caso, no sé formu larte teóricamente la razón de esta literatura heterogénea. No sé ofrecerte una razón distinta a decirte que la realidad venezolana que marcó mi infancia y mi adolescencia es una celebración de esa mezcla. Frente a la rigidez de una identidad cuartelaria, identidad de cartón piedra, infantiloide: batallas lejanas, joropos, arpa, cuatro, maracas, y el dios Simón Bolívar; frente a ese proyecto que nos enseñaban en el colegio como parte obligatoria de una supuesta venezolanidad pura y que ahora es el credo de la siniestra cursilería chavista, las calles, la existencia cotidiana mostraban la necesidad continua de expandirnos, de probar otros sabores, otros modos, otras formas de entreverar códigos diferentes, sonoridades antagónicas. Una de las canciones más sabrosas sobre Caracas es un vallenato del Binomio de oro; espaguetis y paellas tan deliciosos como los que puedes comer allí, no son fáciles de conseguir en Italia y en España; y luego si ves el modo en que una rubia caucásica venezolana mueve sus caderas al caminar comprendes que con el erotismo no se nace, el erotismo lo construyen nuestras ciudades, nuestras miradas, nuestro gusto por el roce, por la caricia, por la exploración riesgosa de las combinaciones insólitas. Eso fue para mí lo natural. Explorar los modos en que distintos escenarios podían superponerse, potenciarse. Por otro lado, la pureza es una idea aterradora; siempre aparece un miserable que en nombre de ella pretende machacar a otros y fijar desde su absolutismo, rígidos límites a la libertad y al placer. Así que la mezcla, la mixtura es...

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