Cinco estrellas para unos pocos

Las filas de niños en el aeropuerto Santiago Mariño, de Margarita, dan la impresión de que se ha producido una movilización nacional de jóvenes turistas. Llegan por centenares. Van acompañados por guías no mucho mayores que los veraneantes. Todos llevan franelas que los identifican con organismos del Estado. El efecto es el de un país de menores que ha sido invitado por la república a dar un paseo por el hermoso territorio de Venezuela. Los visitantes extranjeros que son testigos del multitudinario arribo podrían pensar que han llegado a un país donde todos los escolares y liceístas pueden disfrutar de unos días de vacaciones en un balneario, a cuenta de los contribuyentes y por vía de un formidable sistema de seguridad social. Las risas y gorjeos de los viajeros llaman la atención de los usuarios del terminal, como no pueden estarse quietos el conjunto que componen se bambolea y parece que fueran miles. Formados en filas y con sus equipajes en el piso llenan las instalaciones. La realidad es que los convida dos no pasan de ser un puñado de escogidos. No son todos los niños y adolescentes de Venezuela. Ni siquiera son la totalidad de los alumnos de la educación pública. Son, apenas, los hijos de los empleados de los organismos del Estado que cuentan con grandes presupuestos y contratos colectivos entre cuyas cláusulas se contempla esta ventaja. Gozan, pues, de este privilegio los trabajadores de Petróleos de Venezuela, Consejo Nacional Electoral y el Invavi, por mencionar aquellos de los que tengo constancia por haberlos visto en la isla. Esta es una muestra de lo que en Venezuela se llama hacer algo a realazos; y podría agregarse, a los carajazos. Las vacaciones de los niños las pagan los padres con su trabajo, incluso cuando la actividad no se hace con la familia sino en un grupo organizado por el centro de trabajo. Eso estaría muy bien si no quedara un solo muchachito sin participar de esta iniciativa, que entonces tendría que ser nacional. Para todos. Sin exclusiones. Sin castas demarca das por los ingresos que manejan ciertas instituciones. Es un hecho que, por ejemplo, los hijos de los efectivos de las Fuerzas Armadas o de los empleados del Ministerio de Educación no tienen ese derecho...

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