La ciudad con más librerías del mundo

A los extranjeros les resulta algo extraño, pero aquí nadie se sorprende. Cualquier día de la semana, a las 12:00 de la noche, las librerías están abiertas en la avenida Corrientes. Como si comprar libros fuese algo de primera necesidad, como las farmacias de turno o los bares donde alguien va a penar hasta la primera luz del día.Hay librerías de textos usa dos, con libreros que son una institución del barrio. Otras son boutique, con bar y jardín de invierno. Hay algunas pequeñas, que funcionan en apartamentos anónimos. Y la metrópoli también presume de las imponentes, como el Ateneo Grand Splendid, que funciona en un viejo teatro.Cualquiera sea el caso, Bue nos Aires es una ciudad lectora.Y lo confirma una encuesta del Foro Mundial de Ciudades Culturales 2015, que indica que la tierra de Jorge Luis Borges tiene 25 librerías por cada 100.000 habitantes.Ese número la sitúa en el to pe mundial de sitios con más librerías en sus calles, por encima de Hong Kong 22 y Madrid 16. Datos de la Cámara Argentina del Libro revelan que, en 2015, se registraron 28.966 títulos y se editaron más de 82 millones de ejemplares, lo que demuestra el aumento sostenido en la producción de libros en el país.Este es un recorrido por algu nas de esas librerías que los porteños visitan todos los días. Las más pequeñas, las más grandes y las curiosas, que recuerdan aquella frase de Borges: Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído.Los que no se consiguen. Los libreros somos una especie rara.Algo así como los ropavejeros de la cultura, dice Alejandro López Medus, sentado en su salón de lectura, rodeado de muebles de madera y de ese olor embriagador de los libros viejos en El Glyptodón.Hace muchos años, este hom bre estudió Sociología y Artes Plásticas, y tiempo después comenzó con este proyecto, cuando Argentina vivía su última dictadura militar. Ahora, es una de las piezas fundamenta les para mantener la tradición de ejemplares de segunda mano en Buenos Aires.Su labor se resume a visitar casas con buenas bibliotecas, entrevistarse con quienes quieren desprenderse de algunos libros y recibir a gente mucha en este escritorio en el que está sentado.Todos quieren encontrar aquel libro. Lo importante es tratar de ver por dónde corre el deseo del otro. Mi generación piensa que los jóvenes no leen, algo que también pensaron las generaciones anteriores a la mía. Lo cierto es que, al menos en esta ciudad, cada vez se lee más, se...

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