Cocaína

The New York Times publicó el fin de semana un reportaje que no puede pasar inadvertido, y que es preciso examinar y glosar por sus implicaciones y porque se refiere a un problema capital. Su título parece un campanazo que resuena en gran parte del territorio venezolano, pero en especial en las zonas fronterizas. Dice así: "Cocaine´s flow is unchecked in Venezuela". O sea, que el flujo o tráfico de la droga anda rueda libre en nuestro país. Según el diario, los éxitos pregonados por el Gobierno en la lucha contra el terrible flagelo son exagerados. Al optimismo oficial contrapone la investigación llevada a cabo por sus reporteros y lo que estos comprobaron en el estado Apure. Un aeropuerto clandestino que el Gobierno alega haber destruido estaba "back in business", es decir, de nuevo en uso. Guerrilleros de las FARC se habían encargado de retirar los restos de dos pequeños aviones quemados sobre la pista. Los subversivos operan con tanta "normalidad" que parecen considerarse en territorio propio. Su misión era garantizar el flujo de cocaína desde Colombia hacia Estados Unidos. Venezuela, alegan fuentes oficiales, está en el medio, Colombia produce las drogas y Estados Unidos las consume. Esto es cierto, como también son ciertas las observaciones del reportaje que desnuda una vez más lo que ya los venezolanos sabemos por propia observación y experiencia. El país es una de las rutas preferidas de los narcotraficantes, y este es un hecho reconocido. El flujo se origina en Apure y se dirige al Caribe, toca América Central, México, y aterriza en Estados Unidos donde los consumidores esperan la...

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