Compasión

Más que tristeza, quienes creían en la heroicidad de Chávez como centro de un sistema religioso, están confundidos. No saben qué creer. El fenómeno engloba a todos quienes experimentan pasión por él, positiva o negativa. Simplemente, no pueden admitir que Chávez tenga una enfermedad grave. En una semana de basculación emocional, el estupor ha sido el estado anímico dominante. La escritora norteamericana Susan Sontag dio una pista para comprender esta perplejidad en su libro La enfermedad y sus me táforas. El cáncer es impropio de la personalidad romántica, estableció la ensayista, quien expone que hay toda una literatura y una creciente masa de investigaciones que apoyan la teoría de las causas emocionales del cáncer; de manera que este mal se derivaría de la poco romántica depresión, que es, a decir de Sontag, la melancolía sin sus encantos, sin su animación ni sus rachas. Y qué queda de Chávez sin estos impulsos. Pues, precisamente eso en lo que se ha convertido, un poso de melancolía. En medio de la sorpresa, para muchos paralizante, el propio enfermo ha marcado la pauta de lo que el país debe sentir. Se ha apeado del caballo para pedir compasión. No es de extrañar. Si alguna habilidad tiene Chávez es la de victimizarse y hacer de ello una performance. Alguna razón tendría Platón al afirmar que el arte dramático es despreciable porque se conecta con el lado menos noble de nuestra naturaleza, cual es la expresión del sufrimiento a expensas de virtudes de las que podría carecerse, como raciocinio, contención y sobriedad, que, ciertamente, no son los fuertes del golpista del 92. Cuántas veces ha hecho Chávez exhibiciones de lo que alguien ha llamado dolor recreativo, para aludir a esa gesticulación de empatía con los pobres y damnificados, efusiones que demostraron ser simulacros no sustentados por un verdadero compromiso, puesto que, con excepción de los ardides propagandísticos, la situación de todos aquellos por quienes Chávez hizo vigilias lacrimosas no hizo sino empeorar. Una paradoja cruel es que, como con el cáncer, cuyo tratamiento es peor que la enfermedad, Chávez ha resultado un multiplicador de los males de Venezuela. La historia reciente demostró que la lástima por los padecimientos de otros alienta la...

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