¿Comuna o nada?

La revolución no muere, sostuvo Nicolás Maduro en un punto crucial de las casi cuatro horas que duró su mensaje a la nación el pasado jueves. La lucha sigue, fue la respuesta inmediata que le dieron sus exaltados invitados de esa tarde.En realidad, lo que Maduro y sus asesores querían dejar bien en claro con la reiteración de estas consignas es que si bien Raúl Castro, después de 55 años de revolución, sin duda bajo la influencia de la realidad y del exitoso ejemplo chino, ha decidido ahora apartar a Cuba del fracaso y la miseria emprendiendo un camino económico distinto, él, por las razones que sean, está resuelto a hacer todo lo contrario. Acelerar la marcha hacia el antiguo y agonizante socialismo a la cubana en materia económica y hacia la construcción de un anacrónico y chavista Estado comunal como infalible bálsamo político para curar todos los males del país.Se trata, enfatizó Maduro, pa ra que nadie se confunda, dijo, de poner en práctica una lección fundamental que les impartió el Comandante Supremo a sus herederos: politizar la economía. De ahí que, en lugar de tomar medidas técnicas para enderezar el rumbo de la economía, que es lo que esperaba más de media Venezuela con justificada ansiedad, Maduro solo anunció la desaparición de Cadivi y su decisión de no devaluar el bolívar, al menos du rante este duro año que comienza, e implementar en su lugar un nuevo sistema cambiario sobre el dudoso fundamento de una tasa dual: la oficial, que seguirá a 6,30, pero solo para medicinas y alimentos; y otra, la del Sicad, a 11,30, para todo los demás. En pocas palabras, una devaluación encubierta y, por lo tanto, sin medidas sociales compensatorias.Otras dos noticias generó Madu ro en su larguísima intervención televisiva a la hora de las telenovelas y los juegos de pelota. Ambas relacionadas con la violencia, el gran y aterrador tema de estos tiempos de revolución, sistemáticamente ignorado por el gobierno y por sus medios de comunicación, y descubierto ahora por ambos, de repente, a raíz del vil y escandaloso asesinato de Mónica Spear y su marido.Uno es, por supuesto, la prome sa de combatir el hampa con ma no de hierro y aplicarles a los delincuentes todo el peso de la ley.Sin dejar de lado, sin embargo, la opción del arrepentimiento. Vengan, incitó Maduro a los criminales, entreguen las armas y redímanse por la vía del trabajo y el estudio. ¿Y la sangre derramada? Maduro no se refirió a este escabroso detalle, pero dio a entender...

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