Concubina de Oriente y Occidente

Eres sublime, vibrante y brillante, tentadora, intrigante y festiva, opulenta, luminosa, vital y desenfadada... Megalópolis caótica con 11 millones de habitantes censados y un aumento delirante del parque automotor. Al tiempo espiritual, sólo a veces silenciosa. Abrumadora en belleza, hospitalidad y extensión. Lo advirtió Napoleón Bonaparte, otra víctima de tus encantos: Si la Tierra fuese un solo Estado, Estambul sería su capital. Ya lo ves, sólo basta con cerrar los ojos y activar la memoria para enumerar tus bondades. Sin embargo, lo que más echo de menos son tus besos de mar, aquellos al atardecer junto al Bósforo, cuando una neblina color azufre se extiende como un velo al final de tu día y una vez más resuena el canto inflamado de los almuédanos, que llaman a la oración. Como bitácora del...

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