Conductores

No sé manejar. Nunca aprendí a conducir un automóvil. Lo intenté cuando nació la segunda de mis hijas, para poder trasladar a la mayor al colegio mientras la madre se ocupaba de la recién nacida. Dios sabe que lo intenté. Dios y el amigo que hizo de instructor. Anduvimos dando vueltas cerca de dos horas. Se diría que todo funcionó más o menos bien, salvo por mi completa falta de destreza para hacer coincidir los cambios con la presión del pie sobre el embrague. Una falta de sincronía que hacía que el auto se detuviera a cada instante y que ambos, instructor y aprendiz, nos fuéramos una y otra vez contra el parabrisas .Lo peor fue el mareo. Sentí un fuerte vértigo cuando bajé del auto de mi amigo y puse pies en tierra firme. Me fui derecho a la cama y ese fue el momento en que supe que nunca manejaría.El mareo era cosa hereditaria -lo sabía-, aunque no esperaba que cayera sobre mí con motivo de la primera lección sobre cómo conducir un vehículo. Creo que al aferrar la dirección miraba no hacia delante, sino hacia abajo, en dirección a la calzada que íbamos dejando atrás, y fue así como me mareé.Me...

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