Confianza

Iba a salir caminando a la calle y la conserje del edificio me advirtió que tuviera cuidado. Están robando en la avenida, me dijo. Todavía no eran las seis de la tarde. Pensé por unos minutos en la cantidad de cosas que podían caber en esas dos palabras. Tener cuidado: caminar con sigilo y apremio. Tener cuidado: salir sin cartera, sin teléfono, sin reloj. Tener cuidado: ir con un cuchillo escondido debajo la manga de la camisa. Tener cuidado: no salir. Opté por una combinación de las primeras dos opciones. Sólo llevé encima un billete de cinco bolívares y caminé apurado. Todas las personas que vi, incluyendo una abuelita de más de setenta años, me parecieron una probable amenaza. En ese momento, decidí escribir sobre la confianza. Es un bien cada vez más es caso. Y pienso que se trata de un problema nacional de primer orden. Como la crisis habitacional. Como la crisis eléctrica. Como la crisis de la salud. Tiene la misma urgencia. Pero su dimensión es probablemente más honda y definitiva. Cualquier tipo de relación humana, a pequeña o a gran escala, precisa de un mínimo de fe y de seguridad en el otro para funcionar. Sin eso, no hay comunidad sino vacío, un vacío que sólo se puede llenar con violencia. Tenemos las reservas de gas más grandes del mundo, pero probablemente también tenemos las reservas de confianza más exiguas del planeta. Suena poco estadístico. Quizás hasta parece un intento de incorporar una categoría de la autoayuda al discurso de la sociología. Pero se trata de una ausencia tan palpable como dramática. La suspicacia es nuestro clima ¿Qué futuro tiene un país donde cada quien piensa que los otros sólo existen para hacer daño? Una amiga me dice que no piensa abrirles la puerta de su apartamento a los encuestadores del censo. Lo afirma tan tajantemente que me veo obligado a meterme en la página web del Instituto Nacional de Estadística a leer el cuestionario. Un partido de oposición cuestiona varias de las preguntas y advierte que nadie está obligado a responderlas. El Presidente, desde el hospital militar, en un contacto telefónico, se burla y tilda de locos a los dirigentes de oposición que critican el censo. En la radio, una señora grita, denunciando que detrás de todo están los cubanos, que son ellos quienes van a controlar esa información ¿Qué vas a hacer cuándo unos jóvenes encuestadores toquen a tu...

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