Ni constructivas ni respetuosas

La expresión relaciones constructivas viene siendo utilizada por el Gobierno venezolano no sólo para defender sus lazos y nudos con países como Irán, Chi na y Rusia, o los que ha venido redefiniendo con Guyana, sino para caracterizar el tipo de vínculos que aspira a desarrollar, o ya desarrolla, con regímenes de signo distinto del suyo. En días recientes ha reaparecido, con insisten cia, esa tónica Âcomo necesidad en las declaraciones ante el triunfo del Partido Popular en España, los acuerdos y anuncios acumulados hasta el más reciente encuentro con el presidente Juan Manuel Santos y, en general, en torno a los preparativos y durante la cumbre que ayer dio inicio a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. La aproximación a Colombia Ây la que mutatis mutandi seguirá con España gira en torno a las relaciones directas entre mandatarios. Hay dos condiciones iniciales: adecuación de las relaciones al modelo venezolano, incluida su práctica de secretismo en los temas más y menos álgidos y su rechazo a cualquier asomo de fórmulas institucionalizadas de deliberación, seguimiento y escrutinio del desarrollo de la agenda convenida. La contraparte, a cambio, logra relativa certidumbre con arreglos razonablemente buenos para sus intereses. En cuanto a la Celac, el logro de consensos en torno a una veintena de documentos suavizó las confesas pretensiones del Gobierno venezolano respecto al nuevo acuerdo regional como ámbito alternativo al sistema interamericano. Por supuesto, sigue pesando Âtanto o más que prescindir de la presencia de Estados Unidos y Canadá el deseo gubernamental venezolano de que el nuevo foro vaya dejando atrás a la OEA. Interesa diluir los compromisos de...

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