Continúa el engaño a los trabajadores

Es increíble cómo este Gobierno desprecia la inteligencia de sus conciudadanos en general y de los trabajadores en especial: desde el engaño que hicieron con la truculenta nueva Ley Orgánica del Trabajo, hasta la demagógica y falaz oferta de pagar la inmensa deuda que tiene el Estado con quienes se ganaron la vida con el sudor de su frente hasta la ancianidad y que se ha acumulado durante estos catorce años, y que ofreció pagarla, ahora, con bonos de la deuda pública, los llamados Petro Orinoco. No debemos olvidar que en la campaña electoral del 98 Chávez y sus seguidores denunciaban, engañosa y falsamente, que el gobierno de Caldera les había robado las prestaciones sociales a los trabajadores. Al ganar Chávez las elecciones, la gente creyó ingenuamente que el gran crítico de la reforma Caldera resolvería el entuerto y devolvería lo robado a los trabajadores. Pues bien, pasaron los días, los meses y los años y nada ocurría; por el contrario, quienes, como los trabajadores universitarios, permanecíamos en el régimen anterior a la reforma Caldera, se nos obligó a pasarnos al régimen calderista, pues se habían dado cuenta de que una cosa es pedir agua cuando se está en la oposición y otra muy distinta ocurre cuando, estando en el gobierno, hay que instalar tuberías. Se percataron de que el mono de la deuda era impagable con pagos retroactivos de acuerdo con el último salario, y corrieron la arruga durante todos estos años. Lo que a la postre ocurrió fue que pasaron casi catorce años hablando pestes de la reforma Caldera y sólo cuando nos acercamos a las elecciones aprueban el mamotreto de la nueva ley, atropellada e inconsultamente, y trajeron del baúl de los recuerdos la famosa retroactividad con pago de doble prestaciones, la que, por cierto, no es ninguna conquista chavista, sino que fue aprobada en el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, al convertir las prestaciones en derechos adquiridos. Pero en lo que hay que insistir es que a Chávez le pasó Teodoro dixit como Chacumbele, pues el Estado es el principal deudor de prestaciones, pues no pagó las anteriores y no ha acreditado las actuales. La mayor antigüedad de los trabajadores se encuentra en el sector público, de modo que, al regresar al recálculo, multiplicó las deudas del Gobierno, y con ello le echa leña al fuego inflacionario; ahora sale con el cuento chino de los Petro Orinoco para pagar con papeles, a larguísimo plazo, la deuda...

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