Convivencia recién casada

El príncipe ronca toda la noche, es un tirano del control remoto, duerme con el aire acondicionado a millón y es incapaz de fregar su plato. La princesa se tarda dos horas en el baño todas las mañanas, acapara la cobija entera en las noches y su especialidad culinaria es el arroz quemado. Los cuentos de hadas no tienen epílogos de este tipo después de la luna de miel, pero de que vuelan, vuelan. Si bien el inicio de la vida matrimonial ofrece innegables ventajas de novedad, intimidad y entusiasmo ante un futuro en común, es natural que con la convivencia también salgan a relucir las diferencias de distintas crianzas y costumbres, e incluso un poco de nostalgia por las comodidades del estilo de vida anterior. Para los expertos, la clave para superar estos escollos está en saber identificar -con paciencia y tolerancia- qué elementos diferenciadores son inofensivos y qué detalles merecen negociación formal. Si bien sería ideal que el otro se adaptara a las costumbres propias de toda la vida, respirar profundo y aprender a escoger las batallas es fundamental para no lanzarse los platos por la cabeza en el primer año de matrimonio. Pero más allá de los roces cotidianos del día a día durante la transición, la psicóloga Cristina Valarino señala que, para evitarse sorpresas mucho más significativas, la pareja debe conversar de antemano sobre las situaciones que cada miembro no aguantaría de ninguna manera, como el maltrato físico o emocional, la falta de lealtad o fidelidad, adicciones o discrepancias con las familias de origen. "También se debe conversar sobre las conductas que sí se esperan, como avisar cuando alguno va a llegar tarde, tener consideración en momentos difíciles como enfermedad o falta de trabajo estable y tener atenciones, buen humor o diversiones juntos". Conservar un tiempo para sí mismo también es importante. Segun Valarino, cuando los gustos son diametralmente opuestos, no es inadecuado separarse ocasionalmente. "Todo lo que sea diferente como que a uno le gusten los espectáculos deportivos y a la otra ir de compras- se debe negociar para hacerlo por separado, si ambos así lo desean. Lo que no se negocia son asuntos como la dignidad, la libertad para pensar y sentir diferente. Debe haber tolerancia. Los dos somos distintos, y si no hacemos daño, debemos aceptarnos y respetarnos como adultos". Recién casadas y deprimidas. Si bien todo el mundo espera que una mujer recién casada desborde alegría y entusiasmo, según un estudio...

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