El cooperante Judas y el indigno Pilato

En estos días de la Semana Mayor, que hoy comienza, recordamos, una vez más, el inicuo e injusto proceso a Jesús, auténtica muestra del más absoluto desprecio a todas las garantías de la justicia humana, representada en personajes que en todos los tiempos han hecho acto de presencia en oscuros recintos que asumen el nombre de tribunales, no siendo otra cosa, en no pocos casos, que tarimas de ejecución con verdugos encapuchados que cumplen con su papel de dictar sentencias bajo acusaciones sin fundamento y declaraciones amañadas.Los protagonistas de este proceso guardan estrecha similitud con muchos de los enjuiciamientos penales de nuestros días aciagos que vive Venezuela.Por la delación cobarde de un patriota cooperante, fuente viva de información, cubierta con el anonimato ofrecido y las dádivas prometidas, con manifiesto engaño, se inician entre nosotros investigaciones penales por presuntos hechos de conspiración o de traición a la patria. Con gran despliegue de fuerza, grupos armados ejecutan las órdenes de sus jefes para practicar detenciones en supuesta flagrancia, como lo hicieron con Jesús, entregado por Judas, su discípulo, quien, a cambio de treinta monedas y movido por su profundo resentimiento, condujo a los aprehensores hasta su Maestro, concluyendo sus días en trágico suicidio. Judas había aceptado la traición y desde entonces buscaba una ocasión favorable para entregarlo a escondidas del pueblo.El preso, llevado ante los no tables de la comunidad fue interpelado y acusado con falsos testigos y, después de la escandalosa confesión de ser el Hijo de Dios, el Mesías, se dio por probada la blasfemia que, sin embargo, no abría el camino para una condena a la pena máxima por parte del Consejo Supremo local, acordándose su entrega a la autoridad invasora romana. El imputado, dueño de sí, dejó sentada la arbitrariedad de su arresto y los confrontó con el alegato de su mensaje difundido en público y a plena luz del día ante lo cual solo quedó el argumento, en este caso, trascendente, pero que encerraba la inculpación de un inocente: Es necesario que uno muera por el pueblo.Formulado el acto conclusi vo de la acusación que ponía fin a la etapa ventilada ante los notables o el Consejo más prominente del pueblo, de sesgo oficialista, sin potestad para aplicar la pena de muerte que se quería para el acusado, se acordó la vía de exhortar al gobernador romano a los fines de juzgar al reo, manipulando su lealtad al poder que no podía estar...

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