Las otras coordenadas de Río de Janeiro

De la playa de Copacabana hasta Ipanema en Río de Janeiro hay unos códigos que pocos advierten. No son sólo distintas aceras adoquinadas, obra del paisajista brasileño Roberto Burle Marx -el mismo del Parque del Este en Caracas-. Los mosaicos de Copacabana son de sinuosas ondas a manera de mareas en blanco y negro, como caminos de olas y orillas; los de Ipanema armados por óvalos bordeados de ondulaciones como un gran mandala caribeño. Esas calzadas, que ya son un acervo cultural de la ciudad, donde caminan y trotan cariocas y visitantes a diario, se reproducen en souvenirs para los turistas. Desde esos pasajes empedrados se puede ver como el sol de la mañana cubre toda la playa de una opaca luminosidad y la arena parece más brillante. Pero más allá de esas aceras de patrimonio artístico con quioscos que venden cocos fríos, cervezas y caipirinhas; más allá de los gimnasios itinerantes y las estaciones para hacer paralelas al borde de la calle, donde hombres y mujeres van a definir sus cuerpos, están los postos de salvavidas que dividen las playas no sólo en kilómetros. Del puesto 2 al puesto 6 en Copacabana -hay un kilómetro entre uno y otro- están repartidos los 4 kilómetros de arena de la playa; y del puesto 7 al puesto 11, los otros 4 de Ipanema. Cerca del puesto 5, por ejemplo, hay siempre presentaciones de música en vivo; en el puesto 10 hay mallas de voleibol y escuelas de fútbol, donde los niños ya empiezan a hacer bailar el balón entre sus pies; entre el 8 y el 9 con sus banderas multicolores izadas en la arena está la zona gay; cerca del puesto 7 es el área de los surfistas porque es donde consiguen las mejores olas y en el puesto 9 se reúne la gente más trendy. Las estaciones de salvavidas tienen una nomenclatura que no es obvia, pero que se aprende a leer después de unos días. Fuera de circuito. Río de Janeiro tiene recorridos ajenos a los comunes. Con el bondinho -un trencito eléctrico de vagones amarillos que se mueve por empinadas calles- se llega al barrio de Santa Teresa. Se toma en la Estación Carioca, muy cerca de la calle Chile. El recorrido es una aventura al pasado. El conductor del bondinho hace una pausa, se baja del vagón y con una pala de acero mueve la dirección del riel en la calle para continuar. Los que van de pie no pagan. Santa Tereza se ha resistido al paso del tiempo y se nota en su arquitectura colonial. Es un barrio bohemio. Allí muchos artistas plásticos tienen sus talleres que se pueden visitar si están...

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