Cordero, hierbas amargas y pan

Hay un punto lejano en el que judíos, cristianos y musulmanes conver gen. Se trata de ese instante dramático en el que dos hermanos, Moisés y Aarón, se enfrentan al faraón de Egipto hasta lograr la liberación de un pueblo esclavo y sometido. A partir de ese momento de definición es que los judíos inician el primer día de su historia y lo conmemoran cada año con los rituales del Pesaj. Para celebrar ese momento entró Jesús a Jerusalén respetando una tradición que le enseñaron sus padres, y en esa semana se desencadenaron todos los hechos que habrían de marcar la historia del cristianismo. Y es Moisés conocido como Musa para los musulmanes el profeta más nombrado en el Sagrado Corán. Patriarca común, profeta respetado.De las diez plagas que cayeron sobre Egipto, fue la décima la que logró vencer al faraón. Lo que no lograron sangre, ranas, mosquitos, insectos, pestilencia, úlceras, granizo, langostas y oscuridad; lo logró una terrible enfermedad que acabó con los primogénitos de todos, salvo los de los esclavos. Cruento como es este momento, es también uno de los eventos bíblicos más signados por referencias gastronómicas.Tanto las escritas en el Viejo Testamento y la Torah, como para material de especulación histórica, como se verá más adelante.Esa noche, la de la décima plaga, el pueblo esclavo sacrificó corderos, los asó y se comió absolutamente todo.Eran corderitos de un año de edad. Si las familias eran pequeñas se reunían con los vecinos para compartir.Cordero asado con hierbas amargas y acompañado con un pan hecho a la carrera sin levadura porque no sobraba el tiempo para esperar. Las referencias son tan específicas que incluso indican que no podía comerse ni hervido ni crudo el cordero.Parte de la sangre derramada luego del sacrificio del animal debía regarse sobre los postes y dinteles de las precarias casuchas que habitaban. Esa sangre era la señal que los mantendría a salvo de la muerte que se avecinaba.Se necesita mucha valentía para hacer lo que hicieron esa noche los esclavos. Pónganse en los zapatos, o mejor dicho, en los pies descalzos de un pueblo sometido y vejado. En esas condiciones, tomar la decisión de sacrificar lo que probablemente era el único animal de la familia no era justamente algo fácil. Por otra parte, marcar con una señal tu propia casa para que quede claro cuál es tu ideología era un acto de mucho riesgo si las cosas no salían como lo predecía el líder...

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