La corrupción del voto

La derrota, opinaba Borges, tiene algo de positivo porque nunca es definitiva. En cambio, afirmaba, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva. Admitir la derrota no necesariamente significa reconocer como justa o impecable la victoria del contrario. Y no se trata de desarrollar en estas líneas un alegato de consolación ante la calamidad que ha significado para una buena parte de los venezolanos el resultado de las elecciones regionales del 16 de diciembre. Victoria y derrota son dos varia bles de un sistema de ecuaciones que todo político está en la obligación de resolver para tratar de prever los resultados posibles de una confrontación electoral, sobre todo si, como en nuestro caso, hay una constante que no sólo actúa deliberadamente en beneficio de uno de los contendores, como la hace el CNE, sino que está sujeto a sus órdenes, intereses y caprichos. El adelanto de las elecciones presidenciales fue producto de una orden emanada del Ejecutivo y que el Poder Electoral acató complaciente y sin chistar para ajustarse a los intereses de un gobierno cuyo jefe, engolosinado con el poder y encaprichado con la reelección, ya se sabía enfermo. Este anticipo aunado a la desvergonzada manipulación del padecimiento presidencial y la descarada malversación de los dineros públicos para la compra de voluntades, otorgaron al pretendiente a la perpetuidad una inconmensu rable ventaja, la cual fue enfrentada con entereza y decisión por el candidato de la unidad, quién, a pesar de haber sido derrotado, está muy lejos de haber sido aniquilado y, muy por el contrario, a partir de su reelección como primer mandatario de Miranda, es un punto de referencia muy alto con el que cuentan hoy las fuerzas democrática, aunque no el único. Al despecho y a la amargura que signaron la resaca de los comicios presidenciales, hubo que agregar el propósito manifiesto de no votar expresado por un considerable número de compatriotas que, al momento de conocerse los resultados de la jornada del 7 de octubre, resolvieron no ejercer más su ciudadanía y colocarse a espaldas de la realidad, sumidos, como se sintieron, en la impotencia frente al inescrupuloso proselitismo clientelar del partido de gobierno y la deliberada dispersión de los procesos electorales, cuyo principal objetivo es devaluar el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR