Cómplices corruptos

El Presidente de la República exigió ayer el cese de los "bombardeos indiscriminados" en Libia. No sabemos a quién se lo exigió, si al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que discutió exhaustivamente durante una semana para tomar una decisión al respecto, o si se lo pidió a su amigo y compinche en cuestiones de reelección indefinida, el coronel Muamar Gadafi, que desde hace un mes masacra a sus opositores a lo largo del país libio. Parece que, para el gobierno bolivariano, el concepto de víctimas civiles está restringido a aquellos seres humanos que residen en las áreas geográficas en las que el dictador libio tiene presencia oficial.

De forma que, según nuestro comandante, aquellos habitantes de las zonas que se alzaron contra el poder central de Gadafi carecen del estatus de seres humanos y, de esa manera, pueden ser bombardeados por las fuerzas leales al dictador y todos tenemos que aplaudir esa sistemática matanza.

Las ciudades libias opositoras, de acuerdo con el discurso inhumano del gobierno chavista, no pueden defenderse ni pedir ayuda internacional porque eso significa ser traidoras al jefe máximo. Deben morir y callarse en ese país cárcel que es Libia.

Cualquier fuga hacia la libertad es un apoyo al imperialismo. ¿Y qué es lo que apoya desvergonzadamente el gobierno chavista? Pues más de cuarenta años de un régimen que, década tras década, ha ido acumulando la riqueza petrolera entre los hijos y familiares de Gadafi, entre sus amigos íntimos y entre los altos mandos militares. Están podridos en petrodólares y desde ya deberían estar en la lista roja de...

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