¿Cuánta verdad se puede soportar?

Se reconoce una tiranía por su afán monumental. Por su empeño en marcar la memoria con piedra y concreto, y por su inclinación a representarse hiperbólicamente, es decir, mediante grandes números, grandes hazañas, grandes transformaciones. Tiene hambre de grandeza porque proviene de la carencia imaginada. Pero no por imaginada es me nos sentida. Y lo mismo se puede decir de su propia imagen gigantesca: se convierte en la verdad dentro de la cual todos debemos vivir. Es obvio que la repetición incansable de los grandes números, de los millones, de lo masivo, funciona como un tejido de verdades aplastantes para los que quieren creerlas, o sea, los que han decidido vivir en esa versión de la realidad. A lo que voy es que hay un deseo de creer y una satisfacción en hacerlo. Realmente, lo que destilan los medios del Gobierno es un único mensaje: Cree. Y lo que vives todos los días, esa vida polvorienta de colas, de distribuciones mezquinas, de degradación diaria cuando agarras el Metro, cuando llegas a tu casa sin agua, cuando no consigues la medicina que necesitas, cuando tu mundo de relaciones se ha reducido al cálculo de cómo sacar provecho del otro o evitar que otro te quite lo tuyo, te quite la vida, esa indefensión, eso sobre lo cual se desliza tu existencia, no es la verdad. Porque en la medida en que la verdad se vuelve aquella cosa monumental, incontable, innumerable, inconmensurable, la vida de todos los días se hace más microscópica e insoportable, pero sobre todo, más inverosímil. Se hace ficción, como un cuento cruel que se repite día a día. Y se vuelve también más incon trolable. Se rompe esa premisa básica de la autonomía que tiene que ver con la certeza de que uno es agente de su propia vida. En...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR