¿A la cuarta va la vencida?

El año se apaga bajo nubes de tormenta. Tras el grave revés sufrido en las eleccio nes del 26 de septiembre, Hugo Chávez se encontró de pronto ante una compleja encrucijada. Aceptar por las buenas el devastador impacto de su pérdida de popularidad y sencillamente prepararse para recuperarla a lo largo de los dos años que faltaban para la elección presidencial de diciembre de 2012, o hacer lo que acaba de hacer, negarse a reconocer la realidad incuestionable de los votos, darle una patada definitiva a la mesa de las formalidades democráticas y precipitar por las m alas la anacrónica transición de Venezuela hacia un modelo de Estado similar al cubano. En el año 2000, cuando se le permitió por primera vez ensayar el autocrático ejercicio de gobernar por decreto, las 47 leyes que redactó en secreto y promulgó por sorpresa provocaron grandes perturbaciones callejeras y el sobresalto histórico del 11 de abril. La segunda Habilitante pasó sin pena ni gloria y ya nadie recuerda sus objetivos. Luego vino la derrota que le propinaron los venezolanos de todas las tendencias a su pretensión de reformar la Constitución y conducirnos hacia el socialismo en el referéndum de diciembre de 2007. Un desastre político que Chávez no había previsto en absoluto. Victoria de mier da, fue su grosera descalificación del fenómeno y, en consecuencia, victoria insuficiente para cerrarle el paso hacia ese punto rojo-rojito que veía en el horizonte. Para enmendar este auténti co disparate de los electores, confundidos o engañados por las mentiras de los enemigos del pueblo, la Asamblea Nacional le concedió la tercera Habilitante, subrepticia autorización legislativa para que Chávez pudiera borrar desde Miraflores el rotundo triunfo del No, romper los hilos que aún lo ataban a nuestro pasado democrático y cederle a su voluntad personal el derecho de conducir el país hacia la meta deseada del socialismo, no del siglo XXI, pamplina inventada por Heinz Dieterich alguna noche de solitario delirio intelectual, sino del comunismo a secas, tal como se lo recordaría Fidel Castro con una sonrisa de burla el pasado 14 de agosto: ¿Socialismo del siglo XXI? Por favor. Comunismo. El propio Marx lo definió. Co-mu-nis-mo. A pesar de todos los pesares, Chávez no pudo promulgar todos los decretos leyes necesarios para darle a Venezuela aquel irreversible vuelco institucional. Las...

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